Universidad Latina De Panamá

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miércoles, 1 de febrero de 2017

LA EDUCACIÓN SUPERIOR

La Educación Superior es una poderosa herramienta que permite formar personas íntegras con un excelente profesionalismo, una alta capacidad de análisis y aplicación de valores en la sociedad; de manera que dichas personas puedan ser líderes contribuyendo con el mejoramiento de los aspectos relacionados a la sociedad actual.


Las Universidades son los organismos responsables del desarrollo de la Educación Superior, aunque la sociedad y el Estado también deben ser agentes participantes en el proceso de desarrollo de una Educación Superior de Calidad.

Actualmente, las universidades tienen como función formar profesionales capaces de hacer avanzar el desarrollo económico, científico, social, cultural, estructural y humano de la sociedad.  Sin embargo, los avances tecnológicos y científicos, así como las nuevas tendencias sociales están representando un desafío para la Educación Superior, ya que se está viendo motivada a avanzar al mismo ritmo de la vida actual para mantenerse a la vanguardia de las exigencias de los hombres y mujeres emprendedores.

Este fenómeno se está reflejando a nivel mundial, y Panamá no escapa de este, pues hemos sido testigos de los avances educativos que se han dado en nuestro país, aunque hay que reconocer que faltan muchas áreas y aspectos por cubrir y mejorar.

¿Está la Educación Superior preparada para mantenerse a la vanguardia de los avances mundiales?  Considero que a pesar de que es todo un reto, es la misma Educación Superior quién debe imponer las tendencias vanguardistas, puesto que de ahí deben surgir los nuevos profesionales que logren desarrollar avances en diversas áreas que puedan fortalecer y mejorar nuestra calidad de vida.



   
TENDENCIAS MODERNAS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

La evolución de la Educación Superior ha permitido avances significativos para la sociedad porque ésta se ha encaminado a que la educación impartida sea de calidad, equidad y pertinencia.  Además de que se ha dado una unión entre organismos docentes a través de la tecnología, ya que las redes académicas han permitido una comunicación y participación más eficiente entre docentes, estudiantes e investigadores a nivel mundial.

La fácil interacción entre los involucrados en docencia superior ha permitido que no haya fronteras para el conocimiento y que la educación sea internacionalizada, para que los estudiantes puedan tener acceso al conocimiento sin importar en qué lugar se encuentren.

La internacionalización de la educación superior ha llevado a que se planteen propuestas como el establecimiento de un "Carnet Universitario Iberoamericano", propuesto durante el Segundo Encuentro de la Red Iberoamericana de Universidades (UNIVERSIA) realizado en Guadalajara, México en el año 2010.  Este carnet permitiría el uso de los servicios en todos los espacios universitarios de Iberoamérica., además de que habría una mejor interacción entre las culturas de los países permitiendo así aprender a valor y respetar la diversidad cultural existente en el mundo.

Los nuevos modelos educativos y académicos están enfocados en que los docentes sean facilitadores del aprendizaje y que promuevan el pensamiento y análisis crítico a través de una interacción creativa y dinámica entre los estudiantes.  Es decir que la pedagogía universitaria ha mejorado y no sólo se imparte conocimiento, sino que hay que aprender a aprender porque el verdadero aprendizaje se refleja en la comprensión y aplicación de la información adquirida.
Las universidades modernas cuentan con docentes que no sólo son catedráticos, sino que a la vez son investigadores para que el conocimiento facilitado a sus estudiantes se vea enriquecido por las propias experiencias adquiridas en la disciplina que enseña.  Esto permite que el estudiante conozca y aprenda conceptos y hechos actualizados en base a la situación actual.

Además, la interdisciplinariedad que se está registrando en nuestras universidades permite que los docentes, estudiantes e investigadores puedan enriquecer sus conocimientos y experiencias gracias a la interacción e intercambio valioso que se da al participar en otras disciplinas. La cooperación e involucramiento en otras disciplinas permite el desarrollo de nuevos avances útiles para la humanidad.

Otra tendencia que está siendo utilizada por las universidades es la popular Educación a Distancia que ha permitido que los profesionales con ansias de superarse puedan estudiar y superarse, ya que el actual estilo de vida donde hay que atender trabajo, familia y sociedad, no permite que muchos puedan optar por la educación tradicional en un salón de clases; por lo que recurren a la educación a distancia que les permite adaptar el aprendizaje a su ritmo de vida.

La educación a distancia se ve fuertemente apoyada por la tecnología educativa que facilita al estudiante poder acceder al conocimiento desde donde se encuentre, es decir que ya no hay impedimento para aprender.

Las nuevas tendencias universitarias están encaminadas a una optimización del sistema educativo buscando que las universidades sean sistemáticas, dinámicas, abiertas y multidisciplinares, y que al mismo tiempo los profesores sean investigadores y demuestren estar capacitándose y actualizándose constantemente para que así se mantengan a la vanguardia de las exigencias de la sociedad actual.




LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN PANAMÁ


Evolución del Sistema Educativo

La primera universidad en Panamá fue la Real y Pontificia Universidad de San Javier creada en 1749 e impartía las disciplinas de escolástica, filosofía y teología.  Luego en 1841 se crea la Universidad del Istmo donde se dictaba gramática castellana y latina, retórica, teología, derechos públicos y cánones.  En 1904 se crea el Colegio Universitario de Panamá, en 1912 se crea la Universidad Panamericana y en 1920 se crea la Ley Orgánica de Educación que presenta nuevos conceptos de estudios y prevé la creación de una universidad con nuevos planes de estudio (Bernal, 2001).



En 1935 es cuando se crea la Universidad de Panamá que durante los años posteriores pasa por una serie de cambios e implementación de nuevas carreras.  Para los años '60, la Universidad de Panamá abre bajo una nueva fase jurídica y se dan la creación de extensiones universitarias a nivel nacional, lo que propició un aumento en la matrícula de estudiantes.

El Decreto Ley 16 del 11 de julio de 1963 reglamenta el establecimiento y funcionamiento de universidades particulares en la República de Panamá.  Además empiezan a crearse Centros de Educación Superior pero no universitarios, sino que son centros especializados y técnicos.

En los años 80 empiezan a aparecer las Universidades Privadas, y así es como la educación superior va tomando más fortaleza.

Durante los años 90, se amplía la oferta universitaria tanto a nivel estatal como privado, permitiendo que los estudiantes tuvieran más opciones de estudio.
Entonces en el 2006 se dicta la Ley 30 del 20 de julio de 2006 que deroga la ley 16 de 1963, creando el Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria que norma el proceso de creación y funcionamiento de las universidades en Panamá.


Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación para el mejoramiento de la calidad de la Educación Superior Universitaria


Según el artículo 3 del Capítulo II de la Ley 30 de 2006 el Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación está conformado por el Ministerio de Educación, el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria de Panamá, la Comisión Técnica de Fiscalización, las universidades oficiales y particulares autorizadas por decreto ejecutivo, y como organismos de consulta, el Consejo de Rectores de Panamá y el Consejo Nacional de Educación.
Está encargado de promover el mejoramiento continuo de la calidad universitaria, desarrollar una cultura de evaluación de la calidad universitaria, regular los procedimientos y requisitos para la creación y funcionamiento de las universidades y dar fe de la calidad de las instituciones y programas universitarios.
Para cumplir dichos objetivos, este Sistema ha desarrollado procesos complementarios para las universidades: Autoevaluación de programas o carreras, Autoevaluación institucional, Evaluación Externa por Pares Académicos y la Acreditación.


Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria de Panamá (CONEAUPA)


El CONEAUPA es el organismo evaluador y acreditador de la educación superior de Panamá.  En el artículo 14 del Capítulo III de la Ley 30 del 2006 se establece que sus funciones son promover, organizar y administrar el Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación, ofrecer asesoría técnica a las instituciones universitarias en el proceso de autoevaluación de programas y en la autoevaluación institucional, velar por el cumplimiento de plan de mejoramiento institucional, coordinar la fase de evaluación externa de los pares académicos, emitir públicamente la certificación de acreditación de los programas e instituciones que cumplan con los estándares de calidad, realizar programas de capacitación en evaluación, acreditación y gestión de la calidad de la educación superior universitaria, entre otras.

En el año 2011 el CONEAUPA inicia con la primera fase del proceso con miras a la acreditación institucional.

En el año 2012, se cumple con la segunda fase y las universidades privadas empiezan a recibir su acreditación. Las dos primeras universidades privadas fueron la Universidad Santa María la Antigua y la Universidad Latina de Panamá.
Según la Ley 30 del 2006, la acreditación de las universidades tiene una vigencia de seis años, lo cual motiva a que estén en continua revisión y actualización para asegurar la calidad y pertinencia de su enseñanza.



El CONEAUPA a través de su Comisión Técnica de Fiscalización y en conjunto con la Universidad de Panamá y las otras universidades oficiales realizarán la fiscalización del funcionamiento de las universidades particulares.



ACREDITACIÓN UNIVERSIDAD LATINA DE PANAMÁ

Llegado el año 2012, se da inicio finalmente a la segunda etapa del proceso de acreditación "la visita de los pares", todo el equipo del CONEAUPA, así como los miembros del consejo, las universidades, los estudiantes, académicos y medios estaban a la expectativa, luego de pasados estos meses de intenso trabajo, podemos ver los primeros frutos de esta experiencia enriquecedora en la que la principal ganadora es la Educación Panameña.


La UNIVERSIDAD LATINA DE PANAMÁ, hizo entrega de su informe de autoevaluación el 28 de marzo de 2012, recibió visita de pares externos del 15 al 20 de julio de 2012.

CARACTERÍSTICAS DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA EN PANAMÁ

La Educación Universitaria en Panamá ha sufrido una serie de cambios que considero serán positivos para el futuro del país, ya que principalmente se está reforzando la calidad e innovación de la educación superior, además de que se están actualizando las carreras según las necesidades de la globalización.

Si ponemos en una balanza, los pros y contras de la Educación Universitaria en Panamá, considero que los pros  hacen más peso porque con el pasar de los años la educación y la tecnología educativa en el país se han fortalecido y la tendencia es continuar en esa vía.
Es cierto aún falta mucho por hacer para que la educación universitaria de calidad llegue a toda la población panameña.
Dentro de los aspectos débiles del sistema educativo me gustaría mencionar, la gran brecha tecnológica entre educación y sociedad.  Aún existen estudiantes que no cuentan con acceso a internet fácilmente, y otros tienen la herramienta pero no están capacitados para el buen uso de la misma ya que no conocen la amplitud virtual de la educación.

Otro aspecto educativo que se debe mejorar es cambiar el estilo de la educación tradicional.  El mundo actual nos está exigiendo profesionales con capacidad de análisis y pensamiento crítico, pero lastimosamente nuestro sistema educativo no motiva a pensar y a analizar, sino a memorizar.  A gran parte de la población le cuesta dar ideas porque no se ha desarrollado su capacidad de análisis, por lo que los métodos y técnicas de enseñanza deben redireccionarse hacia la participación activa del estudiante a través del análisis, reflexión y pensamiento.

Adicionalmente, la educación universitaria tradicional hace mucho énfasis en hacer docencia y no en desarrollar proyectos de investigación.  Algunos profesores no son investigadores, sólo catedráticos y se mantienen desactualizados en muchas disciplinas.  A su vez, esta misma cultura se transmite a los estudiantes que son meros receptores y no emprenden investigación, ya que lo ven muy complicado y tedioso, y no han sido estimulados hacia ese rumbo. Por otro lado, los aspectos fuertes y positivos de la educación universitaria en Panamá representan una excelente oportunidad de mejora y crecimiento para nuestro país.

Definitivamente que el hecho de que las universidades tengan que acreditarse para asegurar su calidad, ha permitido que se esté desarrollando un nuevo camino en el fortalecimiento de la docencia superior, puesto que la acreditación y calidad exigen constante capacitación e impulso de la investigación.

Ahora, muchas universidades privadas y centros de enseñanza superior acreditados están presentando una amplitud de nuevas carreras también acreditadas que le permiten al joven panameño prepararse y capacitarse en disciplinas acordes con la realidad económica  y social de Panamá.  Además de que los estudios de posgrado a nivel de maestrías y doctorados fueron revisados y mejorados cumpliendo con las normativas del CONEAUPA (artículo 38 de la Ley 30 del 2006).

Es beneficioso para el país que las universidades cuenten con docentes capacitados y con experiencia práctica en ciertas disciplinas que están impulsando la economía de Panamá, pues esto permitirá que sus estudiantes aprendan conceptos y situaciones reales y actuales, que sumado a la capacidad de análisis e investigación dará como fruto profesionales idóneos, emprendedores y exitosos en las carreras que seleccionaron.








La tecnología educativa ha permitido crear plataformas para que las universidades, sobre todo las universidades privadas de Panamá, puedan brindar a sus estudiantes carreras y estudios de posgrado a través de una educación superior a distancia con modalidades semipresenciales y virtuales.  El artículo 39 de la Ley 30 del 2006 menciona que el Ministerio de Educación, el CONEAUPA y la Comisión Técnica de Fiscalización establecerán las regulaciones necesarias que deberán seguir las universidades para esta educación a distancia.

Las nuevas tendencias de educación a distancia permiten que muchos profesionales panameños puedan completar su formación personal e integral, ya que pueden cumplir al mismo tiempo como profesionales, padres de familia, estudiantes y miembros activos de la sociedad.  Esto es de suma importancia porque el estudiante adulto mantiene su entorno completo, mezclando y cumpliendo con la sociedad.

Un aspecto muy positivo que vale la pena mencionar, es que la Ley 30 del 2006 en sus artículos 43 y 45 establecen algunos incentivos como exoneración de impuestos fiscales para las universidades particulares que cumplan sus funciones de utilidad pública y social.  Para los estudiantes de alto rendimiento académico y bajos recursos, hay oportunidades de becas para pregrado y posgrado.

BERNAL, JUAN BOSCO “LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN PANAMÁ, SITUACIÓN, PROBLEMAS Y DESAFÍOS”. AÑO 2001


En la publicación del Profesor Juan Bosco Bernal, sobre la Educación Superior en Panamá: Situación, problemas y desafíos, me llama la atención el apartado que se refiere a  "Las fortalezas y debilidades internas del sistema de educación superior", ya que se pone de manifiesto que las instituciones de Educación Superior en Panamá han registrado un movimiento ascendente en sus matrícula y en sus ofertas académicas en los último años, pero aun así se debe considerar aspectos en cuanto a las limitantes y debilidades que aún percibimos en el mismo.

El incremento en la matrícula universitarias representa un crecimiento que puede explicarse a partir de las expectativas que tiene la población en relación con la importancia de la educación superior como factor de movilidad social y a la flexibilidad en los requisitos de ingreso y egreso que han venido adoptando las instituciones durante los últimos años, se cree que cerca del 85% de las personas que estudian alguna carrera de pregrado, grado o postgrado lo hacen en las cuatro universidades oficiales.

Los estudios que se ofrecen en las instituciones de educación superior son de naturaleza diferente y de duración diversa. Estos estudios son:

Pregrado: Se refieren a carreras técnicas de nivel postmedio con una duración entre uno y tres años. Se ofrecen primordialmente en los Centros de Educación Superior no universitarios y en algunas universidades, y constan en promedio de unos 100 créditos.

Grado: Son estudios que conducen a una licenciatura o a un doctorado profesional (medicina, odontología, veterinaria), una ingeniería o el profesorado (para servir como docente en diversos niveles del sistema educativo). Se ofrecen en universidades y constituyen la tarea principal de estas instituciones. Actualmente se busca uniformar la duración y número de créditos de las carreras universitarias. Se considera que estas carreras comprendan entre 140 y 160 créditos académicos, aunque algunas como medicina (262), derecho (217) y de ingeniería (210) superan esta cifra. En general estas carreras se organizan en semestres académicos, aun cuando las universidades privadas tienden a organizar sus estudios por cuatrimestres y trimestres.

Postgrado: Los estudios de postgrado comprenden los programas de especialización, maestría y doctorado.
29 Los cursos de especialización de postgrado tienen una duración no mayor de un año y un monto no superior a los 24 créditos. Las maestrías oscilan entre 30 y 36 créditos y una duración promedio de 18 meses. Los programas de doctorado requieren alrededor de unos 36 créditos sobre la maestría.
De acuerdo con el área de estudio, los datos evidencian el predominio de carreras de las ciencias sociales, comercio y educación., que representan más de dos tercios de la matrícula universitaria.
 Un fenómeno que resalta en la Educación Superior panameña, es la incorporación creciente de la mujer.
Esta participación no se encuentra equitativamente distribuida entre centros y carreras. Así por ejemplo, las mujeres se concentran más en carreras asociadas a Empresas, Administración Pública, Educación, Comunicación Social, Enfermería  y Humanidades. En cambio su participación en carreras no tradicionales es menor, pero con una tendencia claramente ascendente. En carreras de Medicina, Odontología, Tecnologías de la Salud la presencia femenina es mayoritaria en relación con los hombres. Sin embargo, en las Ciencias Agropecuarias (Ingeniero agrónomo, Ingeniero Zootecnista, Ingeniero Agrícola), la matrícula es predominantemente masculina.



Una de las características distintivas de la educación superior, es la amplia cobertura que ofrece en todo el país. Por lo menos uno de cada tres estudiantes de educación superior realiza sus estudios en un centro regional, extensión universitaria, centro de educación superior o universidad regional. Las mayores concentraciones de la oferta de educación superior se encuentran en la provincia de Chiriquí, Veraguas, Colón y Herrera.
Según el nivel socioeconómico, los estudiantes de la Universidad de Panamá proviene de hogares con bajos ingresos, esta población es mayor en los centros regionales y extensiones universitarias. Las tres cuartas partes de la población estudiantil (cerca del 75%) responden a familias con mayores ingresos, lo cual es insuficiente para satisfacer las necesidades básicas y a la vez enfrentar los costos reales de una carrera universitaria. El promedio de los estudiantes vive en el seno de familias.

Aun cuando la Universidad de Panamá es prácticamente gratuita y la más favorable para los sectores populares, encontramos que
Los grupos que viven en pobreza extrema tienen serias dificultades para acceder a los estudios superiores, en tanto que los sectores de ingresos altos se ven favorecidos por el financiamiento público de su educación.
Uno de cada dos personas en Panamá, entre los 18 y 24 años realiza estudios universitarios. Sin embargo, no todos tienen las mismas oportunidades.

Dentro de las opciones que poseen los grupos pobres, se encuentran las becas, subsidios, créditos y otras ayudas que ofrecen las universidades y otros organismos gubernamentales y no gubernamentales.

Se reconoce que las enormes desigualdades en el ingreso de la población generan también brechas en las oportunidades educativas. Bajo estas condiciones, es difícil pensar en un aumento generalizado del pago de la matrícula universitaria, pues haría más injusta la situación de los más pobres. Sin embargo, algunos sectores plantean medidas tales como aplicar tasas de matrícula diferenciada según nivel socioeconómico y la posibilidad de que profesionales egresados de la universidad, devuelvan a la institución un porcentaje de los ingresos recibidos por salarios, para constituir un fondo que contribuya a financiar la educación de los sectores más pobres.


LEY 30 DEL 20 DE JULIO 2006. MEDUCA. “QUE CREA EL SISTEMA DE EVALUACIÓN Y ACREDITACIÓN PARA EL MEJORAMIENTO DE LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA”.

Los conceptos de calidad, evaluación y acreditación implican, una revolución en el terreno de la educación superior y permite certificar ante la sociedad, la calidad de los recursos humanos formados y de los diferentes procesos que tienen lugar en una institución educativa. Este Blog tiene como objetivo realizar un análisis reflexivo de la Ley 30 del 20 de julio de 2006 “Que crea el sistema de evaluación y acreditación para el mejoramiento de la calidad de la educación universitaria”.

Reseña: Ley 30 de 20 de julio de 2006

En los últimos años se han puesto en marcha una serie de iniciativas conducentes a institucionalizar la evaluación y acreditación de las universidades latinoamericanas, vistas como instrumentos para el mejoramiento de la calidad de la educación superior universitaria.

Esto responde a la demanda del derecho al acceso a una educación pertinente y de calidad, lo que significa mejorar sus respuestas a las necesidades de la sociedad, su relación  con el entorno laboral y el sector productivo.

Las entidades de educación superior deben introducir y afianzar una cultura de la evaluación.  Es necesario aceptar que una política coherente e integral de desarrollo de la educación superior tiene que incluir el mejoramiento continuo de la calidad y su pertinencia en relación con la sociedad en general.  La cultura de la evaluación debe involucrar la autoevaluación institucional  y la evaluación de los pares.

De igual manera es preciso crear una cultura de la acreditación de las instituciones de educación superior, la que descansa sobre la autoevaluación institucional o de programas, siendo un mecanismo que permite rendir cuentas ante la sociedad y el Estado, dando fe de la calidad del servicio prestado.  La acreditación procura mejorar la calidad del desempeño de las instituciones de educación superior, cuyos procedimientos están, dirigidos a garantizar la pública solvencia académica de las universidades.

En el caso de la Universidad de Panamá, el Consejo Académico Nº 42 de 1996 y el Consejo General Universitario Nº 7 de 1996, adoptaron el sistema de evaluación institucional y acreditación como una estrategia para el mejoramiento de la calidad de la educación superior, mediante la metodología del Sistema Centroamericano de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior (SICAVAES) del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA), organismo que forma parte de nuestra primera casa de estudios superiores.
Algunos años después se aprobó la Ley 30 de 20 de julio de 2006 “Que crea el Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación para el Mejoramiento de la Calidad de la Educación Superior Universitaria”: Este tiene como objetivos fundamentales (art. 5):

1.     Fomentar y desarrollar una cultura de evaluación que asegure la calidad de la educación superior universitaria.

2.     Promover el mejoramiento continuo del desempeño y la calidad de las instituciones universitarias y sus programas.

3.     Dar fe, ante la sociedad panameña, de la calidad de las instituciones universitarias y de sus programas, mediante el dictamen de la acreditación.

4.     Mejorar los requisitos y procedimientos para la creación y funcionamiento de las universidades.

5.     Promover la articulación entre las diferentes modalidades del sistema de educación superior.
Para lograr tales    objetivos, en el artículo 7 se crean los procesos complementarios siguientes:

1.     Autoevaluación de programas o carreras.

2.     Autoevaluación institucional.

3.     Evaluación externa por pares académicos

4.     Acreditación.

La autoevaluación de programas o carreras es el proceso por el cual la universidad asume la responsabilidad de evaluar y analizar sus logros, al igual que los aspectos críticos, con el fin de elaborar planes de mejoramiento.

La autoevaluación institucional es el proceso mediante el cual la universidad es responsable de evaluar la institución como un todo, para hacer un informe final que incluya logros y aspectos críticos de su funcionamiento, a fin de elaborar planes de mejoramiento.

Por su parte, la evaluación externa implica el proceso de verificación que realiza un grupo de especialistas independientes, denominados pares académicos, con base al contenido del informe de autoevaluación institucional o de programas, del plan de mejoramiento y de las condiciones internas de operación de la entidad o los programas.

Mientras que la acreditación es la certificación emitida por el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria de Panamá (art. 3), previo análisis de los procesos de autoevaluación de programas, autoevaluación institucional y de la evaluación por pares externos, lo que da fe pública de la calidad de los programas de la institución universitaria.



DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

La Universidad es un espacio privilegiado para el desarrollo de la reflexión crítica, la formación de ciudadanos y profesionales conscientes de sus responsabilidades cívicas y comprometidas con el desarrollo humano y sostenible de su nación. Para ello, el oficio universitario debe inspirarse en los valores democráticos, la inclusión, la interculturalidad y el análisis de la problemática de su contexto para contribuir a la solución de los grandes problemas nacionales. La cultura democrática, como forma de vida, debe practicarse al interior de la Universidad. La comunidad académica debería promoverla hacia su entorno, actuando como agente clave de su vigencia y respeto en el seno de la sociedad.

Las universidades están en posición privilegiada, como sede de la inteligencia del país, para contribuir al diseño de un Proyecto de Nación. Para ello, deberían también propiciar los grandes consensos que sirvan de base a tal Proyecto y a las políticas de estado, de largo plazo, que del mismo se desprendan. Esto conduce a repensar la autonomía universitaria y pasar, de un concepto que se limita a la de defensa de la libertad académica, a otro de presencia activa en el escenario nacional y en la vida social, sin perder su carácter de centro independiente del pensamiento. No olvidemos que las sociedades miran hacia la Universidad en busca de guía y orientación.


Autonomía no significa volver por antiguos fueros medievales. Autonomía y silencio son, en mi opinión, incompatibles. Si la Universidad goza de autonomía es para ejercerla y aprovechar su disfrute de libertad para opinar responsablemente. La Universidad que guarda silencio ante su problemática, menosprecia su autonomía. Sin el ejercicio proactivo de la autonomía se frustran buena parte de los fines más nobles de la Universidad.

Varios analistas coinciden en afirmar que en las universidades estatales de América Latina, uno de los mayores riesgos que corre la autonomía universitaria es la influencia de grupos de poder, afiliados a determinados partidos políticos, que impiden a la institución el cabal desempeño de su función crítica por la identificación de estos grupos con las políticas partidarias o gubernamentales. De esta manera, castran las posibilidades de cultivar en las nuevas generaciones la conciencia crítica y limitan su formación como ciudadanos. Ser ciudadano cabal de una nación es el título más honroso al que una persona puede aspirar. Como lo recomienda la UNESCO, “es ahora importante que los Centros de Educación Superior desempeñen un papel aún mayor en el fomento de los valores éticos y morales en la sociedad y dediquen especial atención a la promoción, entre los futuros graduados, de un espíritu cívico de participación activa”. 

Cobra aquí actualidad el pensamiento de Mariano Fiallos Gil, Padre de nuestra Autonomía Universitaria, cuando afirmaba: “La autonomía es libre pensamiento, libre exposición de ideas, controversia, ejercicio responsable de la inteligencia, discusión sin tabúes de ninguna clase, ya que el objetivo de la Universidad es el de la formación de hombres libres en una sociedad libre”… “Creo en la Universidad”, nos dice Carlos Fuentes, y añade: “Para que la cultura viva, son indispensables espacios universitarios en los que prive la reflexión, la investigación y la crítica, pues estos son los valladares que debemos oponer a la intolerancia, al engaño y a la violencia”…  “Universidad y totalitarismos son incompatibles”.










NUEVAS PERSPECTIVAS DE LA PERTINENCIA Y CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR


Pertinencia y calidad son dos exigencias ineludibles de la educación superior contemporánea y de las políticas orientadas a su futuro desarrollo. La Conferencia Regional sobre Educación Superior (CRES-2008), celebrada el año pasado en Cartagena, Colombia, como preparatoria de la Conferencia Mundial, dejó claramente establecido que la obligación, tanto del sector público como del privado, es ofrecer una educación superior con calidad y pertinencia. Además, afirmó que “la calidad es un concepto inseparable de la equidad y la pertinencia”. A su vez, la reciente Segunda Conferencia Mundial (París, julio de 2009), en su Comunicado Final proclamó que “se deben perseguir, al mismo tiempo, metas de equidad, pertinencia y calidad”.

El concepto de pertinencia se ciñe al papel que la educación superior desempeña en la sociedad y lo que ésta espera de aquélla. La pertinencia tiene que ver con la Misión y la Visión de las instituciones de educación superior, es decir, con su ser y su deber ser, con la médula de su cometido, y no puede desligarse de los grandes objetivos y necesidades de la sociedad en que están inmersas ni de los retos del nuevo contexto mundial. Este concepto ha evolucionado hacia una concepción amplia y a su estrecha vinculación con la calidad, la equidad y la responsabilidad social. Y es que la Universidad es una institución cuyo referente es la sociedad y no únicamente el mercado.

Es evidente la interdependencia que existe entre pertinencia y calidad, al punto que podemos afirmar que la una presupone a la otra, como las dos caras de una misma moneda.  En los procesos de evaluación institucional, la valoración de la calidad y de la pertinencia social debería recibir la misma atención, lo que no ha sido así hasta ahora, por el predominio de la preocupación por la calidad. Los esfuerzos por la pertinencia no han sido tan significativos como los empeños por la calidad.

La evaluación de la educación superior comprende la evaluación de los productos de cada proceso y de los procesos mismos y no se limita al juicio, como algunos pretenden, sobre el diseño y la organización curricular, los métodos pedagógicos, ni a la constatación de si son o no suficientes los recursos disponibles.  Debe ir  más lejos, pues un currículo universitario refleja, o debería reflejar, la concepción que se tiene frente al ser humano, la sociedad y el conocimiento.  La calidad debe, entonces, evaluarse teniendo como referente el grado de cumplimiento de la Misión de la Universidad, tal como ella misma la ha definido.





Corresponde también tener presente la advertencia del educador mexicano Pablo Latapí: “la calidad educativa no debe confundirse con el éxito en el mundo laboral, definido este por referencia a los valores del sistema”. La referencia para medir el éxito deben ser los valores profesados por la Universidad, su misión y su compromiso ético. La acreditación no puede limitarse al cumplimiento de una calidad sin patria. La calidad necesita hundir sus raíces en su contexto. Amén de los parámetros internacionales de calidad basados en las buenas prácticas, la calidad debe también valorarse en relación con la realidad en que los programas están inmersos. De esta manera, la  pertinencia social deviene en la patria de la calidad. Las evaluaciones deben sustentarse en un concepto de calidad construido socialmente. Los procesos de evaluación deben adaptarse a cada institución, pues cada institución es única, tiene su propia historia y una manera muy suya de entender y construir su misión.

Por su carácter multidimensional, en la calidad educativa intervienen varios factores. Sin embargo, cada vez más se acepta que la calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de los docentes y de los estudiantes. Incluso, hay quienes afirman que en el futuro la calidad de los estudiantes será el factor decisivo para apreciar la calidad de una Universidad. Otro factor que adquiere nueva relevancia es la calidad del ámbito educativo y del llamado “paisaje pedagógico”.





LAS REDES ACADÉMICAS: INSTRUMENTO CLAVE DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR CONTEMPORÁNEA


Apuntamos antes que los extraordinarios adelantos de las tecnologías de la comunicación y la información tienen un gran impacto en la educación superior contemporánea.  Las comunidades académicas se intercomunican instantáneamente a través de las redes cibernéticas.  La UNESCO presentó en el año 2005 un informe mundial titulado “Hacia las Sociedades del Conocimiento”, en el que se muestra un panorama prospectivo de los cambios que estamos presenciando a nivel global. En este informe se dice que: “la tercera revolución industrial ha ido acompañada de un cambio de régimen de los conocimientos. A este respecto, cabe señalar el advenimiento de un doble paradigma: el de lo inmaterial y el de las redes”. La Universidad del futuro necesariamente tiene que integrarse a las redes académicas y de cooperación, y participar activamente en el mundo universitario internacional y regional. La integración de todas estas redes de investigadores y académicos en una “red de redes”, conducirá a crear, paulatinamente, una verdadera comunidad universitaria mundial. El Comunicado Final de la Conferencia Mundial sobre Educación Superior 2009, destacó la enorme importancia de las redes académicas en el ámbito de la educación superior y en los esfuerzos conducentes a reducir la brecha entre los países más desarrollados y los en vías de desarrollo.



Las redes académicas y de cooperación científica representan un instrumento valioso para el enriquecimiento de la vida académica en nuestras universidades. Hoy día es muy difícil que un especialista pueda aislarse de la comunidad de investigadores que trabajan su misma disciplina. Por lo tanto, las universidades deben estimular y facilitar que sus docentes e investigadores se vinculen a las redes académicas.





LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

La internacionalización de la educación superior es muy antigua, por cuanto la apasionante historia de las universidades nos muestra que estas nacieron para servir a estudiantes provenientes de las diferentes “naciones” de la Edad Media europea. 

Es, a la vez, muy moderna, por cuanto la emergencia de un conocimiento sin fronteras conlleva nuevos desafíos para la educación superior. La “Declaración Mundial sobre la Educación Superior para el Siglo XXI” (1998), destacó la internacionalización de la educación superior como un componente clave de su pertinencia en la sociedad actual subrayando que se requiere, al mismo tiempo, más internacionalización y más contextualización.

La internacionalización de la educación contribuye a generar un mayor entendimiento entre las culturas y las naciones, al mismo tiempo que pone las bases para lo que más hace falta en la globalización actual: la solidaridad humana y el respeto a la diversidad cultural. La internacionalización de la educación superior es también una contribución a la superación de la crisis epistemológica que vive la educación en la actualidad, que es solicitada, simultáneamente, por los requerimientos tradicionales de la sociedad nacional y los nuevos desafíos provenientes de la sociedad global. Y es que la globalización, paradójicamente, promueve procesos de homogeneización cultural y, a la vez engendra, como resistencia, regionalismos y hasta “tribalismos” exacerbados.


El Segundo Encuentro de la Red Iberoamericana de Universidades (UNIVERSIA) (Guadalajara, México, 2010), proclamó que “la movilidad y la internacionalización forman así parte de las esencias, los desafíos y los propósitos más decisivos para la Universidad del futuro”. Además, el Encuentro abogó por establecer un “Carnet Universitario Iberoamericano”, que permita el uso de los servicios en todo el espacio iberoamericano universitario. También se pronunció por constituir “una verdadera comunidad virtual universitaria iberoamericana”.


La especialista canadiense Jane Knight, señala que “la internacionalización es un sustrato fundamental para la transformación de la educación superior.  Es, sin duda, una educación para formar ciudadanos del mundo, en un planeta cada vez más interconectado, pero, al mismo tiempo, coadyuvar en el fortalecimiento de las identidades culturales”. Hay entonces una primera tensión, la cual debe manejarse desde lo internacional, lo local, nacional y regional con una mirada global, ya que la internacionalización no implica, en modo alguno, pérdida de raíces o de identidades en los diferentes niveles de la sociedad.

No cabe confundir internacionalización con transnacionalización de la educación superior. Esta última conlleva su transformación en un servicio sujeto a las reglas del mercado, con predominio de los intereses de las empresas educativas transnacionales. Mientras en la internacionalización se propugna por una cooperación internacional solidaria, con énfasis en la cooperación horizontal, basada en el diálogo intercultural y respetuosa de la idiosincracia e identidad de los países participantes, así como por el diseño de redes interuniversitarias y de espacios académicos ampliados, en la transnacionalización se trata de facilitar el establecimiento en nuestros países de filiales de universidades extranjeras, de promover una cooperación dominada por criterios asistenciales, y de estimular la venta de franquicias académicas. Incluye la creación de universidades corporativas, auspiciadas por las grandes empresas transnacionales, y las universidades virtuales, controladas por universidades y empresas de los países más desarrollados.  Este nuevo panorama universitario comienza a configurarse en nuestros países y ha hecho surgir voces de alerta por el riesgo que representan para nuestra soberanía educativa e identidad nacional.

Los conceptos claves para resguardar, en un mundo globalizado y de mercados abiertos y competitivos, la autonomía, la libertad de cátedras y los principios esenciales que caracterizan el quehacer universitario, tal como hasta ahora lo hemos conocido, es el criterio proclamado por la Declaración Mundial sobre la Educación Superior (París, 1998), que nítidamente define la educación superior como “un bien público” y el conocimiento generado por ella como “un bien social al servicio de la humanidad”. Este concepto lo ratificó la Declaración del 2009, al asumir la educación superior como “un bien público social”.