Universidad Latina De Panamá

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miércoles, 1 de febrero de 2017

NUEVAS PERSPECTIVAS DE LA PERTINENCIA Y CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR


Pertinencia y calidad son dos exigencias ineludibles de la educación superior contemporánea y de las políticas orientadas a su futuro desarrollo. La Conferencia Regional sobre Educación Superior (CRES-2008), celebrada el año pasado en Cartagena, Colombia, como preparatoria de la Conferencia Mundial, dejó claramente establecido que la obligación, tanto del sector público como del privado, es ofrecer una educación superior con calidad y pertinencia. Además, afirmó que “la calidad es un concepto inseparable de la equidad y la pertinencia”. A su vez, la reciente Segunda Conferencia Mundial (París, julio de 2009), en su Comunicado Final proclamó que “se deben perseguir, al mismo tiempo, metas de equidad, pertinencia y calidad”.

El concepto de pertinencia se ciñe al papel que la educación superior desempeña en la sociedad y lo que ésta espera de aquélla. La pertinencia tiene que ver con la Misión y la Visión de las instituciones de educación superior, es decir, con su ser y su deber ser, con la médula de su cometido, y no puede desligarse de los grandes objetivos y necesidades de la sociedad en que están inmersas ni de los retos del nuevo contexto mundial. Este concepto ha evolucionado hacia una concepción amplia y a su estrecha vinculación con la calidad, la equidad y la responsabilidad social. Y es que la Universidad es una institución cuyo referente es la sociedad y no únicamente el mercado.

Es evidente la interdependencia que existe entre pertinencia y calidad, al punto que podemos afirmar que la una presupone a la otra, como las dos caras de una misma moneda.  En los procesos de evaluación institucional, la valoración de la calidad y de la pertinencia social debería recibir la misma atención, lo que no ha sido así hasta ahora, por el predominio de la preocupación por la calidad. Los esfuerzos por la pertinencia no han sido tan significativos como los empeños por la calidad.

La evaluación de la educación superior comprende la evaluación de los productos de cada proceso y de los procesos mismos y no se limita al juicio, como algunos pretenden, sobre el diseño y la organización curricular, los métodos pedagógicos, ni a la constatación de si son o no suficientes los recursos disponibles.  Debe ir  más lejos, pues un currículo universitario refleja, o debería reflejar, la concepción que se tiene frente al ser humano, la sociedad y el conocimiento.  La calidad debe, entonces, evaluarse teniendo como referente el grado de cumplimiento de la Misión de la Universidad, tal como ella misma la ha definido.





Corresponde también tener presente la advertencia del educador mexicano Pablo Latapí: “la calidad educativa no debe confundirse con el éxito en el mundo laboral, definido este por referencia a los valores del sistema”. La referencia para medir el éxito deben ser los valores profesados por la Universidad, su misión y su compromiso ético. La acreditación no puede limitarse al cumplimiento de una calidad sin patria. La calidad necesita hundir sus raíces en su contexto. Amén de los parámetros internacionales de calidad basados en las buenas prácticas, la calidad debe también valorarse en relación con la realidad en que los programas están inmersos. De esta manera, la  pertinencia social deviene en la patria de la calidad. Las evaluaciones deben sustentarse en un concepto de calidad construido socialmente. Los procesos de evaluación deben adaptarse a cada institución, pues cada institución es única, tiene su propia historia y una manera muy suya de entender y construir su misión.

Por su carácter multidimensional, en la calidad educativa intervienen varios factores. Sin embargo, cada vez más se acepta que la calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de los docentes y de los estudiantes. Incluso, hay quienes afirman que en el futuro la calidad de los estudiantes será el factor decisivo para apreciar la calidad de una Universidad. Otro factor que adquiere nueva relevancia es la calidad del ámbito educativo y del llamado “paisaje pedagógico”.





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